JUÁREZ, México (Border Report) – Mientras copos de nieve caían sobre sus espaldas, un grupo de personas en fila afuera de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe en Juárez bromeaban y conversaban.

En el interior, familias, hombres y mujeres adultos de Venezuela, Honduras, Ecuador y otros países compartían asiento alrededor de mesas plegables donde comerían quizás su única comida del día.

Pero primero vino la oración dirigida por el padre William Morton, un misionero columbano que ayuda a los migrantes a sobrevivir en Juárez.

“Así que comenzamos nuestra recepción y alimentación de personas alrededor de las 11 a.m. y en cada sesión podemos alimentar a casi 100 personas. Algunos días tenemos hasta seis sesiones. Tuvimos 650 un día”, dijo Morton, a quien la gente llama “padre Guillermo” en Juárez.

Los columbanos y representantes de varias organizaciones internacionales también ayudan a los migrantes a orientarse en esta ciudad fronteriza mexicana brindándoles referencias sobre refugios y ayudando a aquellos que califican para solicitar asilo en los Estados Unidos. Tal es el objetivo de casi todos los migrantes sentados en las mesas o haciendo fila afuera.

¨No estamos aquí por el sueño americano. No queremos comprar casa grande o autos nuevos. Estamos aquí para trabajar, darles mejores oportunidades a nuestros hijos y ayudar a nuestros padres”, dijo Yericeli, exmaestra de escuela primaria de Caracas, Venezuela, quien vio cómo la hiperinflación redujo su poder adquisitivo a 6 dólares por mes el año pasado.

Ella también está buscando ayuda para su hijo pequeño, que sobrevivió a la meningitis cuando era bebé, pero como resultado sufre problemas de desarrollo.

Quienes ayudan a los migrantes dicen que están motivados por las historias desgarradoras que escuchan todos los días.

Yericeli tiene muchas de esas historias para compartir.

“En la selva, mis hijos comían una copita de sopa con dos cucharas y agua. Eso es todo lo que comieron. Se pusieron flacos, vomitaron, tuvieron diarrea, se enfermaron. Tuvieron que beber agua de lugares donde la gente se ahogaba. Estaban bebiendo toda esa contaminación,” dijo.

Ella, su esposo, su hijo y su hija salieron de Venezuela hace cuatro meses..

“Nos sentimos bendecidos porque sobrevivimos. Muchas personas no sobreviven. Sus familias nunca se enteran de que murieron. También nos sentimos bendecidos de haber encontrado ayuda aquí”, dijo.

La comida consiste en arroz y cerdo, con una guarnición de macarrones. Los niños reciben avena y leche; todos reciben una taza de bebida instantánea con sabor.

La mayoría de los inmigrantes en el comedor son hombres y mujeres adultos, pero hay muchas familias y algunas personas mayores, como Miriam.

Ella llegó a Juárez hace apenas tres días y espera reunirse con su familia en Houston, Texas. El frío, el viento y la nieve del jueves la tomaron por sorpresa.

“Estoy usando este suéter como bufanda. Estoy en un hotel porque los refugios están colapsados. Si vas a un refugio, no hay lugar”, explica.

Miriam, migrante Venezolana. (foto Border Report)

Miriam dice que la iglesia le provee una habitación de hotel, pero que debe compartir ese espacio con otros migrantes porque ni siquiera la iglesia tiene recursos ilimitados.

Morton dijo que las personas de El Paso o de cualquier otro lugar de los Estados Unidos son bienvenidas para ayudar a los columbanos en su misión.

Pero afirma que la mejor forma de ayudar a los migrantes en estos momentos es instando a la administración Biden a cambiar las políticas de inmigración.

El cambio más urgente que se necesita es garantizar la seguridad de los solicitantes de asilo.

“Aquí están expuestos a ser aprovechados por los contrabandistas. Tal vez no sean secuestrados, pero podrían ser extorsionados u ofrecidos para pasar de contrabando por dinero”, dijo. “Si vas a hacer un trato con otro país, asegúrate de que ese país tenga los recursos para cuidar a esas personas a las que no estás dejando entrar”.

Los misioneros columbanos dependen de las donaciones para alimentar a cientos de migrantes en Juárez todos los días. Para ayudar, visite www.columban.org o escriba a cmc@columban.org